domingo, 20 de marzo de 2005

BAILÉN

Autor Casa de Jaén | domingo, 20 de marzo de 2005 | Categoria: |

Bailén está ubicado en la Comarca Norte, paso natural de las vías de comunicación que enlazan el centro y norte de la Península Ibérica con el sur, así como el Occidente y el Oriente andaluces.
La ciudad de Bailén dispone de una gran actividad industrial de la cerámica, vino y la hostelería, junto con el cultivo de herbáceos y el desarrollo de una industria oleícola.
El término municipal de Bailén tiene como límites los municipios de Baños de la Encina y Guarromán al norte, Linares al este, al sur con Jabalquinto y Espelúy, y con Villanueva de la Reina y Zocueca al oeste.
La Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación, que fue construida en el siglo XV, en estilo gótico isabelino, es uno de los máximos exponentes arquitectónicos de la localidad, declarada Monumento Histórico.
También destacan las ermitas de Nuestra Señora de la Soledad (siglo XV), de estilo gótico, las ermitas de Jesús y de El Cristo, ambas de estilo barroco (siglo XVIII), la de la Virgen de Zocueca, construida entre los siglos XVII y XVIII y la Parroquia de San José Obrero, junto con su barrio, que celebra sus fiestas en su honor el día 1 de mayo.
Bailén cuenta con una importante historia debido a su posición estratégica. Desde la Prehistoria ha estado habitada por poblaciones diseminadas por todo el territorio municipal. Ya en la Edad del Cobre se establecen asentamientos poblacionales más estables, dando lugar a la formación de oppidum ya en la época ibera, documentados en Cerro Garrán. El lugar debió tener importancia en tiempos de Cartago, pues numerosos hallazgos encontrados durante el siglo XX en diversos puntos del municipio testimonian un comercio ibero-púnico importante, propiciado quizás por la cercanía de la importante población de Cástulo. Se cree que existían en el término municipal más de un oppidum, lugar que era denominado Baikula por los habitantes prerromanos, y romanizado posteriormente como Baecula. La importancia de esta población se destaca ya en el siglo III a.C, en concreto por ser el lugar de la célebre Batalla de Baecula, donde los romanos al mando de Escipión vencieron a los cartagineses, posibilitando la dominación romana de Hispania. El campamento romano bien pudo situarse en la zona de El Tentadero, al noreste del término municipal de Bailén. Desde el siglo I a.C se asientan en las zonas de la Toscana numerosas familias romanas, levantándose gran número de villae por todo el territorio. De esta época se localizaron varias estelas funerarias e inscripciones de índole similar. Otro de los hallazgos más interesantes es una inscripción ya en época visigoda, localizada en los muros de la antigua fortaleza de Bailén. Se trata de una lápida fundacional en la que según reza, el Abad Locuber construyó dos coros en la que debía ser la iglesia de una fundación monástica fechada en el año 691, durante el reinado del rey visigodo Egica. La antigua fortaleza de Bailén, de la que en la actualidad no queda más que el nombre de la calle el Castillo, recordando la estructura que antaño allí existía, fue el núcleo fundacional del municipio. Entre muchas teorías, se ha especulado sobre la construcción de este castillo sobre un antiguo asentamiento romano-visigodo, aunque no se han realizado investigaciones sobre ello. En el interior de este recinto se encontraba también la antigua iglesia de Santa Gertrudis, cuyos restos fueron demolidos, junto con los del castillo, en 1969. A pesar de esto, aún hoy queda en pie parte de un torreón octogonal y una ventana ojival de la iglesia, en el patio de una vivienda privada. Durante la época musulmana, Bailén debió ser una aldea, pues no es mencionada en las fuentes salvo en una ocasión, en 1155 cuando Alfonso VII dio los castillos de Baños de la Encina, Segral y Bailén a su vasallo Abdelaziz en Baeza.
Poco después de la conquista castellana, en 1311, aparece relacionada entre las parroquias pertenecientes a Baeza. En 1349 Alfonso XI de Castilla vendió la villa de Bailén, junto con el castillo, a Pedro Ponce de León el Viejo, señor de Marchena y tataranieto del rey Alfonso IX de León, a cambio de la suma de 150.000 maravedís.2​ Bailén pasó a ser una más de las posesiones del patrimonio de la familia Ponce de León, que llegaría a su apogeo en 1440 cuando Juan II de Castilla otorgó a uno de sus descendientes el condado de Arcos.En esta época, el castillo fue modificado hasta convertirse en Palacio Ducal, cuya fachada aún se conserva junto a la Ermita de Nuestro Padre Jesús.
A lo largo del siglo XV tenemos varias noticias del Castillo de Bailén, que aparecen relacionadas con el Condestable Lucas de Iranzo. Este lo utilizó ocasionalmente como residencia, tanto para agasajar visitantes, como para organizar cacerías y corridas de toros, e incluso lo atacó en 1470, para castigar al señor de la villa que defendía la causa de Isabel frente a Enrique IV.
En 1481 la localidad pasó a la familia de los Montemayor, al enlazar por matrimonio ambas familias.
En el siglo XVIII heredó el castillo doña María Josefa Alfonso de Pimentel Téllez de Girón, duquesa de Benavente, Arcos y Osuna, familia a la que la fortaleza perteneció hasta el siglo XIX. Todos estos monumentos se encuentran ubicados dentro del casco histórico de Bailén, en el que también puede admirarse las numerosas casas y palacetes de entre los siglos XVII al XIX. La fama universal de Bailén se debe a la batalla de Bailén (19 de julio de 1808) en las que fueron vencidas por primera vez en campo abierto las tropas de Napoleón, capitaneadas por Dupont, a manos del general Castaños y el general Teodoro Reding. La batalla se celebró a las puertas de la ciudad, donde los españoles en despliegue sobre una zona elevada sobre el campo y con sus flancos apostados en cerros, recibieron al contingente de tropas de Dupont, que salieron desde Andújar. El Plan de Porcuna diseñado por Castaños no contaba con la celebración del combate allí, sino en Andújar, pero la marcha de los franceses obligó a los españoles de Reding a formar en Bailén, donde estaban vivaqueando. De este modo, el combate empieza alrededor de las tres de la madrugada y termina a mediodía. Los franceses intentaron romper los flancos españoles y lanzaron tres ataques generales al centro español, siendo imposible romper sus filas. Finalmente, Dupont, con sus regimientos agotados bajo un intenso calor de julio, sus filas destrozadas y desordenadas, y perdiendo la fe en el General Vedel, que debería de aparecer por la retaguardia española, decide rendir las armas y pedir capitulación. El combate acabó, saldándose con unos 3.000 muertos en el bando francés y diez veces menos en el español, así como unos 18.000 prisioneros franceses. A pesar de ello, Vedel aparece tarde por la retaguardia española, no recibiendo la noticia del final de la batalla y entablando brevemente nuevos combates. Durante los siguientes días, se llevaron a cabo las capitulaciones entre ambos bandos. Gran parte de los mandos galos fueron devueltos a Francia, recibiendo Dupont la ira de Napoleón. Los 18.000 prisioneros franceses fueron conducidos a Cádiz, donde embarcaron rumbo a la desierta isla de Cabrera, donde fueron abandonados y donde murieron. La noticia de la victoria corrió como la pólvora por toda España y Europa, rompiéndose el mito de la invencibilidad de la armada francesa. Debido a ello, José Bonaparte tuvo que abandonar Madrid, siendo repuesto más tarde.