Los 360 escalones:

Aunque Francisco de Quevedo asegura que no todo el que sube llega hasta el cielo, puede aceptarse esa afirmación como principio pero reconociendo desde el primer momento que encierra más de una excepción. Eso acontece geográfica y emocionalmente en el pueblo giennense de Albanchez de Mágina porque allí, subiendo y subiendo, casi se toca el cielo. Y los astros. Y las estrellas. Y hasta casi se le puede chocar la mano al Sol. Albanchez, hoy de Mágina, posee una escalera de 360 peldaños que llega tan alto que parlotea con las nubes y enseña a quien la vence lo más bonito de toda Andalucía. Y un castillo situado en un lugar tan alto que parece improbable y dudoso, el producto de una alucinación como esa que dicen que sufren los que van por el desierto, que ven palacios y huríes donde solo hay arena y viento. Solo que aquí, en Albanchez, el castillo es real y, aunque cueste creerlo, constituye la cima del monte.
Albanchez, además, ahora de Mágina, por fin ha conseguido ser de donde siempre debió, tras haber sido entregada, cedida y vendida. Y no es que hubiera sido maltratada pero su lugar natural, como decían los filósofos griegos antiguos, lugar que cada persona o cosa tiene, es su sierra. La que le ha hecho gozar de su belleza y de su grandeza y la ha amparado, aunque esta protección, como hija consentida, la haya alejado de los centros de poder. Es la sierra, o habría que decir mejor las sierras, de donde nace su identidad, su manera de ser y su forma de vivir. La sierra, o las sierras, en su máxima expresión con el lugar más alto de la provincia de Jaén, nada menos que 2.167 que tiene el Pico Mágina.
Muchas gentes y muchas civilizaciones pasaron por donde hoy se asienta y dejaron algunos testimonios de su presencia. El león de piedra y el cérvido ibéricos son piezas magníficas y señaladas, por la belleza de su diseño y las características de su elaboración; por piezas únicas de todo el entorno, de un entorno muy grande; y por la historia y el testimonio que representan: la cultura ibérica enraizada en la tierra y la que llegó desde Roma con un idioma y otras opiniones culturales.
Y el hechizo y la fascinación, que no podían faltar, de sus cuevas. La de los esqueletos, la de las figuras o la del tío Malverano. Por cierto ¿dónde estará de verdad el tesoro?